Mientras los piojos les taladran las cabezas y el frio les escama las plantas de los pies.
Mientras devoran entre moscas, las gondolas de un basural, donde prolìferas ratas paren a
sus crias, Dios sentado en su trono, solo observa
Mientras ellos escarban y escarban hasta que su desesperacion y su hambre se vuelven odio,
un odio que convierte sus manos en garras y curva la espalda, hasta hacer que el
retroceso de la evolucion se vuelva inminente. Dios sentado en su trono, solo observa
ajeno, seguro de no tener culpa alguna, esa especie no les pertenece, no fue fruto de
su arcilla, esa existencia carroñera que lo mira a traves de sus amarillentos ojos.
y ellos siguen, escarbando. orinandose, masturbandose junto a las moscas y las ratas
indiferentes al moho que cubre el pan de su boca, a los vidrios que se clavan en los
surcos de sus talones, a la sangre que emana.
mientras, Dios sentado en su trono, solo observa. como a traves de los campos y de las vías
de las sombras, llegan otras bestias, babeantes, sudorosas, esqueléticas, a unirse al festin
de los deshechos, ante una tierra que tiembla, bajo las corridas de patas deformes, de
aullidos, de zarpazos que cortan en jirones al viento, como si en esos zarpazos
estuviese la forma necesaria, para calmar ese puñado de tripas vacías, pegadas a su
estómago y Dios sentado en su trono solo observa, caer, uno a uno los cuerpos, sin hacerse
preguntas, sin articular credos, sin dádiva de redención con aquella masa sin alma, a la que
ya devoran los perros del infierno y...DIOS EN SU TRONO....
MIGRI
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