dejara un instante
su corona
se miraría
de la cabeza
a los pies
y no desde su ombligo
hasta su frente
Si desertase, escasos minutos
la busqueda infatigable
de sus tesoros
y se uniría a la caravana de los pobres
recogiendo junto a ellos
migajas de pan
vistiendo sus harapos
sufriendo sus llagas
cargando a su prole.
Si el hombre
apartara su vista
de la incandecente luz,
que lo domina y lo hace estúpido
y se dejase guiar, por ese titilar
de luciérnagas, que pueblan su alma
Si el hombre lograría reunir
nuevamente sus particulas
luego de volverse polvo
redundante sería
que vista coronas
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